Guardería o estancia infantil, ¿existe alguna diferencia?

Artículo de divulgación

En México, en el año 1837, se establece la primera guardería para el cuidado de hijas e hijos de comerciantes del Mercado del Volador. En 1917, al declararse en la Constitución Mexicana el derecho a la educación, surgen los Hogares Infantiles. Desde ese momento las guarderías ya tenían una connotación educativa y no solo del cuidado. Sin embargo, es hasta la década de los 70 cuando se designa el nombre de Estancias de Bienestar Infantil reconociendo la importancia formativa en la primera infancia. El nombre con una intencionalidad más explícita hacia la formación surge en 1989 al otorgarse la denominación de Estancias para el Bienestar y Desarrollo Infantil (Gobierno de México, 2022).

Por otra parte, el término guardería, con connotación de cuidado (Fetreros, 2022), se origina durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las madres guardaban a sus hijos en lugares destinados para ello mientras trabajaban. En París, Francia, en 1846, se establece la primera guardería con la intención de resguardo y cuidado de los niños de las trabajadoras. Sin embargo, el concepto Guardería definido como: lugar donde se cuida y atiende a los niños de corta edad (RAE, 2021), también incluye el alcance educativo en la definición que presenta DefiniciónABC (2022) como: establecimiento educativo que se dedica al cuidado de niños muy pequeños, que aún no están en edad de ingresar al proceso escolar. Hay que recordar que la palabra educar implica no sólo la enseñanza de unos contenidos, sino como bien lo describe la Real Academia de la Lengua Española, implica dirigir, encaminar, desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales de los niños. (RAE, 2014).

Es necesario reflexionar sobre la necesidad específica por la cual madres y padres de infantes recurren a los servicios de guarderías o estancias infantiles

Es un hecho que, en México tanto el cuidado como la educación están presentes en los términos de guardería o estancia infantil; sin embargo, es interesante reflexionar en la necesidad específica por la cual las madres de menores en esos rangos de edad privilegian al disponer de ese servicio.

Estudio y resultados

En un estudio realizado con la ayuda de la Subsecretaría de Diversidad e Inclusión Social de Nuevo León, se encontró, en una muestra de más de 600 participantes, que madres y padres de infantes, en ese rango de edad, recurren al servicio de una estancia infantil por la necesidad del cuidado, independientemente de los beneficios en el desarrollo del infante.

Es muy interesante observar que, desde el aspecto pedagógico, las madres y padres que participaron en el estudio asignaron mayor valor al desarrollo motriz y no al de socialización o desarrollo cognitivo y desde el aspecto del resguardo, lo más importante fue el cuidado, siendo menos importante el juego o la alimentación.

La Subsecretaría de Diversidad e Inclusión Social está en el proceso de implementar una estrategia para incorporar el concepto Desarrollo Integral Infantil en la atención de infantes en la etapa de primera infancia.

Inicialmente, el concepto se refiere al proceso de cambio en el que el infante aprende a dominar niveles más complejos de movimientos, pensamientos, sentimientos y relaciones con los demás, debido a la maduración de habilidades perceptivas, motrices, cognitivas, lingüísticas, socioemocionales y de autorregulación que se desarrollan gracias a un adecuado cuidado de la salud, nutrición, protección, atención sensible a sus necesidades, y a las oportunidades que tenga de recibir aprendizajes a una edad temprana por medio de la interacción, estimulación y el juego (Secretaría de Igualdad e Inclusión Social, 2022).

El concepto involucra 5 dimensiones las cuales se describen a continuación (UNICEF, s.f.):

  1. Dimensión cognitiva: incluye habilidades para el aprendizaje como creatividad, pensamiento crítico y resolución de problemas (memoria, atención, limitación).
  2. Dimensión comunicativa: dirigida al desarrollo de la comprensión del lenguaje oral, escrito, y físico; para la expresión de conocimientos e ideas sobre las cosas, así como emociones y sentimientos.
  3. Dimensión sensorio-motriz: haciendo uso de los reflejos que son las respuestas automáticas e involuntarias ante cualquier estímulo que se le presente le permite desarrollar los procesos de pensamiento necesarios de acuerdo con su edad.
  4. Dimensión corporal: a través del movimiento de su cuerpo, el infante va adquiriendo nuevas experiencias que le permite tener un mayor dominio y control sobre sí y descubre las posibilidades de desplazamiento, la orientación espacial y su relación con los objetos de su entorno.
  5. Dimensión socioafectiva o socioemocional: desarrollo de habilidades no cognitivas que representan el conjunto de conductas, actitudes y rasgos de personalidad que ayudan a entender y manejar las emociones, establecer y alcanzar metas positivas, sentir y mostrar empatía por los demás, establecer y mantener relaciones positivas y tomar decisiones responsables.

Ahora bien, lo anterior, como parte del programa diseñado al interior de la Estancia Infantil, buscará la participación de los padres, en el marco del cuidado cariñoso y sensible reconocido universalmente por especialistas como UNICEF, para que den una continuidad del programa en casa. La UNESCO (2004) menciona razones importantes por las que resulta esencial el involucramiento de los padres en la educación de sus hijos e hijas: en primer lugar, porque los vínculos que existen entre ambos facilitan el aprendizaje, en segundo porque los padres y las madres son los primeros educadores de sus hijos e hijas, y tercero, el surgimiento de espacios privilegiados para que las familias amplíen la cobertura de educación infantil. Por otro lado, puede ayudar a los padres a sentirse más comprometidos y felices con la educación de sus hijos.

Conclusiones

Dada la importancia del involucramiento de los padres en la educación de primera infancia, es relevante conocer las competencias parentales, término que hace referencia al conjunto de conocimientos, actitudes, habilidades o prácticas que, asociadas a las necesidades y evolución de la niña o niño ofrece oportunidades y desafíos de la experiencia de la paternidad.

Como parte de la estrategia, se ofrecerá a madres, padres o tutores capacitación en competencias parentales que permitan una sinergia entre la escuela y la casa para el desarrollo de las niñas y los niños. Por lo anterior, nos encontramos ante la posibilidad de que las nuevas generaciones sí tengan una escuela para padres.

Autores

Luisa Fernanda Ramírez Rodríguez A01382531@tec.mx
Sofía Alejandra Torres Gómez A00827965@tec.mx
Paulina Judea Herrera Hernández A01382537@tec.mx
Luis Alejandro Garza Burgos A01283766@tec.mx
Óscar Eduardo Bravo Conejo A01029099@tec.mx
Gabriela Monforte García gmonforte@tec.mx

Este artículo es resultado de la Unidad de Formación: “Analítica de negocios: de los datos a las decisiones”, de 7° semestre, modelo TEC21, Escuela de Negocios.

Referencias

 

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