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El estado actual de las aguas subterráneas compartidas entre México y EU

(Foto: Adobe Stock)

Por Rosario Sánchez

En 2015, el número oficial de acuíferos transfronterizos (TBA) reportados entre México y los Estados Unidos fue de 11. Sin embargo, en 2016, una nueva investigación indicó que podría haber hasta 36 acuíferos atravesando la frontera entre los dos países (Sanchez et al. 2016). El estudio más reciente publicado en 2021 muestra que existen un total de 72 unidades hidrogeológicas (HGUs) cubriendo aproximadamente 315,000 km2 (180,000 km2 en los Estados Unidos y 135,000 km2 en el lado mexicano), de las cuales al menos 28 se consideran acuíferos transfronterizos. El territorio que cubren esos 28 acuíferos representa el 60% de la tierra compartida entre México y Estados Unidos (Figura 1). Hoy en día, no existe ninguna actualización oficial sobre la cantidad y ubicación de TBAs entre los dos países, pero el tema de las aguas subterráneas compartidas está recibiendo cada día más atención y un valor cada vez más estratégico a medida que las aguas superficiales en la región fronteriza muestran su evidente agotamiento.

De acuerdo con las investigaciones más recientes, el 45% de la tierra compartida (de los cual aproximadamente el 60% está en el lado de los Estados Unidos y el resto en el lado de México), se caracteriza por tener buen potencial de acuífero, así como buena a moderada calidad de agua. Los criterios utilizados para definir el potencial acuífero incluyen características litológicas, permeabilidad, porosidad, conductividad hidráulica, transmisividad y tasa de rendimiento de agua, si es que se encuentra disponible. Los parámetros de calidad del agua se basan en los rangos de STD (Solidos Totales Disueltos) de acuerdo con los parámetros de Texas Water Development Board (TWDB), según lo indicado por Sanchez et al. (2018).

Figura 1. Acuíferos Transfronterizos entre México y Estados Unidos (en verde) con buena y moderada calidad de acuífero y calidad de agua (Adaptada de Sanchez & Rodriguez 2021)

Lo que adicionalmente estas investigaciones representan para el estado actual del conocimiento de los recursos de agua en la frontera entre México y los Estados Unidos es primero, el creciente valor estratégico del agua subterránea que se comparte en la región y su potencial de convertirse en un tema de seguridad nacional o bien, en un incentivo para la cooperación. En segundo, la hasta ahora atención limitada a nivel binacional y la prioridad de financiamiento para su investigación aún menor. Tercero, la mitad de la zona de la región fronteriza tiene buenas condiciones para la explotación de agua subterránea y, finalmente, los sistemas de acuíferos compartidos son utilizados indiscriminadamente por ambos países sin ningún marco legal que regule su extracción y gestión.

Ahora, en términos de las implicaciones de esta nueva información para los marcos legales o políticos actuales en el área, hay varias consideraciones que vale la pena mencionar. En primer lugar, el agua subterránea se está convirtiendo rápidamente en un recurso estratégico en todo el mundo a medida que el agua superficial se vuelve más escasa, y las cuencas binacionales del río Colorado y el río Bravo resultan ser mas los ejemplos que las excepciones. Sin embargo, la falta de un marco jurídico que regule la gestión de los recursos transfronterizos de aguas subterráneas promueve el uso y la explotación insostenibles del recurso.  Por otro lado, a medida que el agua superficial se vuelve más escasa en la frontera, la producción de información relacionados con «nuevas fuentes» de agua, como los acuíferos transfronterizos, podría acelerar potencialmente el reconocimiento final del valor estratégico del agua subterránea a escala binacional.

Una segunda implicación de esta nueva información es que deja en claro que México y Estados Unidos comparten una amenaza a la seguridad hídrica en la región fronteriza. Aunque el concepto de compartir un recurso natural puede sonar contradictorio con los principios internacionales de soberanía y autodeterminación, la conceptualización de una amenaza a la seguridad de una región fronteriza vinculada por un recurso natural es realmente donde se encuentra la caja de pandora. Bajo los paradigmas actuales de las relaciones internacionales, los enfoques de seguridad nacional e incluso los enfoques de seguridad hídrica no abordan la naturaleza subyacente de las aguas transfronterizas, y más claramente la naturaleza de los recursos de aguas subterráneas: la preocupación por la seguridad no se concibe ni se visualiza como una amenaza compartida.

En contraste, el enfoque de amenaza hídrica binacional sugiere el reconocimiento de una condición de compartida de origen en la que opera la amenaza a la seguridad regional, pero al mismo tiempo, revela claramente la oportunidad de cooperación y construcción de alternativas comunes. Este reconocimiento puede permitir el desarrollo de perspectivas y estrategias alternativas que generan atención y priorización de áreas, alcances y problemas que podrían trascender incluso el tema del agua.  Esto podría sonar poco realista en un mundo gobernado por fronteras y asimetrías de poder, y es posible que no seamos lo suficientemente maduros como para invocarlo, pero al menos este enfoque ofrece una visión potencial de cómo la naturaleza realmente ve y entiende el ciclo del agua y proporciona perspectivas alternativas sobre el valor estratégico de nuestras aguas compartidas.

En el lado optimista, este nuevo conocimiento, junto con la reciente tendencia mundial que se centra en el tema de los acuíferos transfronterizos como impulsores de la paz y la cooperación entre las naciones (Walschot y Ribeiro, 2021), puede tener el potencial de elevar la conversación binacional a una discusión más formal sobre la gestión compartida de los acuíferos transfronterizos. Una expectativa más modesta sería el obtener el reconocimiento oficial por parte de ambos países por la existencia de al menos 28 sistemas acuíferos transfronterizos en la región fronteriza. De igual forma, puede ayudar a identificar áreas prioritarias de atención a corto y largo plazo. Como mínimo, esta nueva información apoya el desarrollo de investigaciones posteriores para condiciones de acuíferos más refinadas caso por caso y, por lo tanto, enfoques de análisis y evaluación de acuíferos locales más precisos y tan necesarios para nuestras comunidades fronterizas.

Autora

Rosario Sánchez es científica Investigadora Senior en el Instituto de Recursos Hídricos del Estado de Texas y Profesora Asociada del Programa de Gestióndel Agua y Ciencias Hidrológicas de la Universidad de Texas A&M. Es Co-presidenta de la Comisión de Acuíferos Transfronterizos de la Asociación Internacional de Hidrogeólogos. Directora y fundadora del Foro Permanente de Aguas Binacionales y del Portal Binacional de Aguas Transfronterizas. Es la Investigadora Principal del Programa de la Ley de Evaluación de Acuíferos Transfronterizos (TAAP) para el Estado de Texas.

Referencias

  • Sanchez, R., Lopez, V., & Eckstein, G. (2016). Identifying and characterizing transboundary aquifers along the Mexico–US border: An initial assessment. Journal of Hydrology, 535, 101-119.
  • Sanchez, R., Rodriguez, L., & Tortajada, C. (2018). Transboundary aquifers between Chihuahua, Coahuila, Nuevo Leon and Tamaulipas, Mexico, and Texas, USA: identification and categorization. Journal of Hydrology: Regional Studies, 20, 74-102.
  • Sanchez, R., & Rodriguez, L. (2021). Transboundary Aquifers between Baja California, Sonora and Chihuahua, Mexico, and California, Arizona and New Mexico, United States: Identification and Categorization. Water, 13(20), 2878.
  • Walschot, M., Ribeiro W. C., (2021). Transboundary Groundwater, Peace, and Security: Opportunities and challenges in Central America. In: The Role of Sound Groundwater Resources Management and Governance to Achieve Water Security.  Global Water Security issues series 3. UNESCO. 225-243.

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