Los retos de distribución de la vacuna contra COVID-19 en México

Por Karen Cristina Sujo Contla, Eva Selene Hernández Gress, Neil Hernández Gress

México no está limitando sus opciones para proteger a su población contra el SARS-COV-2. Para ello ha firmado acuerdos con CanSino Biologics por una cantidad de 35 millones de vacunas, con Pfizer/BioNTech por otras 34.4 millones de dosis, con AstraZeneca/Oxford por 77.4 millones de dosis [1]. En total, México ha firmado convenios para la compra de 146.8 millones de vacunas. A simple vista este es un número optimista, pero es necesario considerar que para que una persona alcance el estado de inmunidad, debe de aplicarse dos dosis de las farmacéuticas anteriormente mencionadas, a excepción de CanSino que requiere una única aplicación. Por ende, en un escenario en que todas las vacunas lleguen en condiciones óptimas a los centros de salud donde se aplicarán, solamente 73.4 millones de mexicanos podrían ser inmunizados.

Es crucial que la mayor parte de la población alcance un estado de inmunidad contra una enfermedad, para que pueda existir lo que se conoce como inmunidad de rebaño. La inmunidad de rebaño hace referencia a la protección que una porción grande de la población que ha sido inmunizada contra algún agente patógeno proporciona a aquellas personas que no pueden vacunarse debido a su edad, alergias, embarazos, enfermedades autoinmunes, o cualquier otro tipo de condición médica.

México ha firmado convenios para la compra de 146.8 millones de vacunas

Gracias a la colaboración entre diferentes entidades y sectores, el desarrollo de la vacuna contra el SARS-COV-2, ha sido una de las más rápidas en la historia. Aunque el trabajo de desarrollo en la fase inicial ha terminado, las grandes farmacéuticas ahora compiten contra el tiempo para lograr satisfacer la demanda mundial de vacunas. Asimismo, una vez que la producción concluya y el producto llegue a los gobiernos que han solicitado las dosis, cada nación deberá realizar la labor de distribución para asegurarse de que las vacunas lleguen en tiempo y forma a los pacientes que la necesitan.

Por lo general, las vacunas están compuestas por microorganismos vivos o debilitados que ayudan al sistema inmunológico a desarrollar defensas en caso de que en algún momento se encuentre expuesto a un virus. Dado que las vacunas en sí pueden considerarse sustancias biológicas cuya supervivencia y efectividad dependen de condiciones ambientales hiperespecíficas, su éxito en la aplicación a gran escala estará supeditado a la habilidad del sistema de suministro para mantener temperaturas bajas. A este tipo de red de suministro se le conoce como cadena del frío, pues en su inventario cuenta con elementos cuya capacidad se extiende desde súper congeladores en las centrales de abasto hasta motocicletas y hieleras que permiten la distribución en la última milla para extender la vida de los productos perecederos. El tipo de transporte utilizar, en qué área territorial, depende del volumen que se transporta y de los costos asociados; este es probablemente el más grande de los retos en la distribución de vacunas, conocido formalmente como logística.

La supervivencia y efectividad de las vacunas dependen de condiciones ambientales hiperespecíficas, y de un sistema de suministro llamado cadena del frío

La vacuna desarrollada por Pfizer debe mantenerse a una temperatura de -70°C, por lo que la farmacéutica ya ha contemplado el desarrollo de frascos de hielo seco que permitan extender su vida fuera de los congeladores industriales con dicha capacidad. Una vez fuera de la cadena del frío, los esfuerzos logísticos nuevamente se encontrarán en una carrera contra el tiempo para asegurar que la vacuna pueda aplicarse a la población en condiciones óptimas. Desafortunadamente, este último trecho en la cadena de suministro generalmente representa mayores dificultades y la mayor parte del costo de distribución, por lo que será un reto garantizar la vacunación de aquellas poblaciones que se encuentren en regiones remotas o difíciles de alcanzar por la carencia de una infraestructura vial.

Por ese mismo motivo, se considera que la vacuna de AstraZeneca/Oxford es la mejor opción para países o regiones que no cuentan con una red de congeladores o con infraestructura vial deficiente, pues el rango de temperatura que garantiza su supervivencia es de entre 2°C y 8°C, misma que se puede alcanzar en refrigeradores convencionales.

La creciente complejidad de la distribución en la última milla para la vacuna contra el COVID-19, inevitablemente causará el desperdicio de algunas dosis. Aunque el desperdicio de vacunas es un elemento inherente a los esfuerzos de distribución, y un resultado contemplado o esperado; la OMS ha establecido una serie de niveles base para determinar cuáles son las tasas aceptables de desperdicio a las cuales un país debería adherirse y esperar. Cualquier desviación de los parámetros de desperdicio establecidos por la OMS podría derivar en la inelegibilidad de un país para priorizarse en la adquisición de vacunas, para recibir donaciones de dosis o incluso para recibir apoyo médico de organizaciones filantrópicas.

La tasa aceptable de desperdicio de las vacunas de dos dosis es del 5%

La OMS considera que para las vacunas de dos dosis como lo será la de COVID-19 y como actualmente lo es la vacuna contra la influenza, la tasa aceptable de desperdicio es del 5%[2]. Como referente, esta organización también ha estimado que México desperdicia el 4% de las dosis de influenza, por lo que podría considerarse a México como un candidato viable para recibir la vacuna dentro de los parámetros establecidos. A pesar de que estas cifras son prometedoras, será necesario dar seguimiento a las dosis adquiridas para combatir la epidemia actual, pues los retos logísticos presentados no han sido abordados previamente por ninguna campaña de vacunación en el mundo.

Asimismo, dado que la escasez de dosis de vacunas para el coronavirus obligará a las autoridades sanitarias a destinar y priorizar este escaso recurso en algún sector demográfico sobre otro, la toma de esta decisión inherentemente involucra un aspecto ético. Además de las limitaciones presentadas por una cantidad finita de medios de transporte con refrigeración integrada, la cantidad de personal de salud también debe tomarse en cuenta como un factor al estimar la cantidad máxima posible de dosis a suministrar.

¿Quiénes reciben la vacuna?

Existen tres consideraciones éticas para determinar a los grupos de personas que deben priorizarse para la aplicación de las vacunas contra el coronavirus:

  • En primer lugar, debe considerarse al personal de salud pues además de proteger a las personas en el frente de la lucha contra esta epidemia, su inmunidad indirectamente ayuda a proteger a los pacientes que deben acudir a una institución de salud para atender cualquier requerimiento médico, aunque no necesariamente esté relacionado al coronavirus. En México, ya se ha empezado a aplicar las vacunas al personal de salud, con un total de 618,768 pero solo 22,472 [3] han recibido la vacuna. Si las vacunas compradas se acaban y los demás no reciben la segunda dosis; podrían peligrar la inmunización de todas las personas a las que se les ha aplicado la vacuna.
  • El segundo sector poblacional al que debería priorizarse es al personal de actividad e industrias esenciales de alto riesgo. Al inmunizar a este grupo, además de protegerlo del riesgo directo se previene la consecuente propagación del virus.
  • En tercera instancia sería necesario priorizar la vacunación de aquellas personas que padezcan de alguna condición médica que comprometa su sistema inmunológico: obesos diabéticos, hipertensos.

Si bien las personas mayores de 60 años presentan mayores complicaciones y riesgos al contraer Covid-19, el priorizar a este sector poblacional tiene un menor efecto sobre los esfuerzos para reducir la cantidad total de contagios, pues por lo general, las personas mayores no desempeñan labores en contextos de alta transmisión.

Actualmente, el plan de vacunación mexicano está enfocado en vacunar al personal médico y posteriormente enfocarse en priorizar a los grupos de edad más vulnerables empezando por mayores de 70 años y paulatinamente administrar vacunas conforme disminuyen los rangos de edad. No obstante, esta estrategia no necesariamente será la que proporcione una mayor cantidad de beneficios al sistema de salud y a la población en general.

La OMS estipula [4] que los grupos a priorizar además de aquellos que se encuentran en riesgo por padecer algún tipo de comorbilidad son aquellas poblaciones que se desempeñan en ambientes con alto riesgo de transmisión viral como lo son:

  • Personas que no pueden practicar el distanciamiento social por la naturaleza de sus trabajos.
  • Habitantes de comunidades con alta densidad poblacional, como lo son:
    • Prisiones
    • Albergues y refugios
    • Dormitorios en cuarteles militares
  • Colonias, municipios y delegaciones con una alta densidad demográfica,
  • Hogares en los que habitan familias multigeneracionales.

Considerando que una meta secundaria de la lucha contra el COVID-19 es mitigar el impacto económico generado por la pandemia, la segunda fase de inmunización debería considerar aquellos grupos que, aunque presenten menor riesgo dada la ausencia de alguna comorbilidad, poseen alto riesgo de continuar transmitiendo el virus. Estos grupos incluyen

  • Niños en edad escolar
  • Trabajadores de industrias no esenciales cuyo empleo, por su naturaleza, les impide laborar a distancia.

Los propósitos de optimizar una cadena de suministro incluyen la reducción de costos, el mejoramiento de los tiempos de entrega, y la reducción en el consumo de trabajo por parte de su capital humano y materias primas como el combustible [5]. El dar prioridad a los grupos poblacionales de acuerdo con las características anteriormente mencionadas es necesario para salvar la mayor cantidad de vidas posible. Sin embargo, el país aún tendrá que enfrentarse a muchos retos logísticos para garantizar el bienestar de sus habitantes.

Los autores

Neil Hernández Gress es Director de Investigación del Tec de Monterrey e investigador de la Escuela de Ingeniería y Ciencias. Pertenece al Grupo de Investigación Machine Learning. Sus líneas de investigación son el Big Data, Data-Science, Machine Learning y Procesamiento de información. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores. ngress@tec.mx

Referencias

[1] Camhaji, E. (2020). México acuerda la compra de vacunas contra la coid-19 para 116 millones de personas. El País. Retrieved from: https://elpais.com/mexico/2020-10-13/mexico-acuerda-la-compra-de-vacunas-contra-la-covid-19-para-116-millones-de-personas.html

[2] Revising Global Indicative Wastage Rates: A WHO Initiative for Better Planning and Forecasting of Vaccine Supply Needs. WHO. Retrieved from: https://www.who.int/immunization/programmes_systems/supply_chain/resources/Revising_Wastage_Concept_Note.pdf?ua=1

[3] https://www.elfinanciero.com.mx/salud/sube-13-839-el-numero-de-vacunas-aplicadas-contra-covid-19-en-mexico-van-618-768-dosis-en-total

[4] WHO SAGE values framework for the allocation and prioritization of COVID-19 vaccination. World Health Organization. 14 September 2020. Retrieved from: https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/334299/WHO-2019-nCoV-SAGE_Framework-Allocation_and_prioritization-2020.1-eng.pdf

[5] Lloyd, J., McCarney, S., et al. (November, 2014) Optimizing energy for a ‘green’ vaccine Supply Chain. Elsevier. Retrieved from: http://dx.doi.org/10.1016/j.vaccine.2014.10.053