Tres investigadoras del Tec que reivindican el papel de las mujeres en la ciencia

Por Michael Ramírez | Transferencia Tec

En la actualidad, según datos de la UNESCO, menos del 30 por ciento de los investigadores en todo el mundo son mujeres. Además, de acuerdo con la ONU, las investigadoras suelen tener carreras más cortas y menos pagadas, y su trabajo está poco representado en las revistas científicas de alto nivel.

Para lograr el acceso y la participación equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, y alcanzar la igualdad de género, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Esta iniciativa pretende reconocer el papel de las mujeres y las niñas en la ciencia, no sólo como beneficiarias, sino también como agentes de cambio.

En este día, tres destacadas investigadoras del Tec de Monterrey, recuerdan su acercamiento a la ciencia y hablan brevemente sobre los retos que esto representa. Ellas son Marisela Rodriguez SalvadorMarion Emilie Genevieve BrunckViridiana Alejandra Tejada Ortigoza, quienes junto a Andrea Guevara Morales participarán en el 52 Congreso de Investigación y Desarrollo, del Tec de Monterrey, el próximo 3 de marzo, en un panel llamado “Mujeres en la ciencia”.

 

“Hacía experimentos con las cajas Petri
para ver qué pasaba”

La doctora Marisela Rodríguez es profesora-investigadora de la Escuela de Ingeniería y Ciencias, del Tec de Monterrey. Fundó la línea de investigación Inteligencia Competitiva y Tecnológica para la Innovación. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores (Nivel 2). Fue la primera mujer del Tec en ingresar a la Academia Mexicana de Ciencias (2010). Primer persona académica de México certificada como Competitive Intelligence Professional (CIP™), USA (2013). Obtuvo el Premio Rómulo Garza (2011) y el Premio Mujer Tec (2014).

Cuéntanos una anécdota sobre el primer momento de tu vida que te aproximó a la ciencia o despertó tu curiosidad por la búsqueda del conocimiento.

Pienso que hubo diferentes momentos, de niña tenía una libreta donde anotaba qué podía inventar en el futuro (una vez hice un experimento con imanes y lo anoté para desplazamiento de tren); me daba curiosidad saber cómo funcionaban las cosas. En la secundaria, los laboratorios de ciencias y biología me encantaban, hacía experimentos con las cajas Petri (los recipientes de vidrio que se utilizan para cultivar microorganismos) para ver qué pasaba. También me gustaron mucho las matemáticas, tuve un profesor muy estricto y yo me ponía como reto poder sacar bien los ejercicios que nos daba, sentía una gran satisfacción cuando me decía que estaban bien.

¿Cuál consideras que ha sido tu mayor reto u obstáculo en tu carrera como investigadora?

Pienso que el mayor reto es ser mujer, pues por cuestiones culturales en general hemos tenido menos oportunidades de desarrollo profesional. Aún así, dentro de todo, pienso que me ha ido bien. Otro reto con el que me he enfrentado es ganar reconocimiento en el extranjero, pues como latinoamericanos nos enfrentamos frecuentemente a más barreras. Afortunadamente con los años todo esto ha venido cambiando, cada vez son más las oportunidades para las mujeres y cada vez se posicionan más los latinoamericanos en el extranjero. Quienes hemos construido una carrera en investigación nos ha costado mucho esfuerzo y sacrificios, pero definitivamente vale la pena tanto a nivel personal como familiar. Yo agradezco infinitamente a las personas que al terminar mi carrera sin dudar creyeron en mí y me dieron excelentes oportunidades para trabajar, seguir preparándome y posteriormente para becarme en el extranjero. A mis profesores del doctorado y a quienes a mi regreso me abrieron las puertas del Tec para unirme a esta gran institución.

Diferentes estudios muestran una participación minoritaria de mujeres en áreas STEM, ¿cuál es tu opinión al respecto?

Es un tanto por lo que comentaba en la pregunta anterior, el hecho de ser mujer tradicionalmente ha limitado las oportunidades de desarrollo profesional e incluso personal. Por otra parte pareciera que Science, Technology, Engineering and Mathematics (STEM), requieren un mayor esfuerzo y una menor retribución. Afortunadamente esta visión ha estado cambiando en México y en el mundo, hay esfuerzos muy interesantes, por ejemplo la iniciativa Mujeres en Ingeniería y Ciencias (MIC) del Tec de Monterrey, además del mayor empoderamiento que le han estado dando a las mujeres, lo que es digno de reconocer.    Aún así falta mucho por hacer institucionalmente, en el país y en el extranjero, se requieren más acciones que promuevan el desarrollo de las mujeres investigadoras.

¿Qué mensaje puedes ofrecer a las alumnas que desean hacer carrera en ciencias?

Que sí se puede, con disciplina, pasión y resiliencia todo es posible. Hay que soñar en grande, y atreverse a ser creadoras de conocimiento que impacte en soluciones que no solo requiere el país sino el mundo entero (salud, alimentación, medio ambiente, manufactura, etc.). Que necesitamos de ellas para contribuir a hacer de éste un mundo mejor para estas y futuras generaciones. Más aún, que es posible tener una carrera profesional en Ciencias y también llevar en lo alto el rol de mujer que cada una decida. Grandes aventuras les esperan, solo es cuestión de decidirse.

“Me fascinó el ambiente científico desde joven”

Marion Emilie Brunck es doctora en Inmunología y Biología de Sistemas por la Universidad de Queensland, Australia. Es profesora-investigadora en el Centro de Biotecnología FEMSA de la Escuela de Ingeniería y Ciencias. Dirige tres líneas de investigación. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Sociedad Mexicana de Inmunología. Participa en actividades de mentoría para democratizar el acceso a conocimientos de vanguardia.

Cuéntanos una anécdota sobre el primer momento de tu vida que te aproximó a la ciencia o despertó tu curiosidad por la búsqueda del conocimiento.

En Francia, en la secundaria, hay que hacer una práctica profesional de una semana. Yo busqué seguir a un investigador en el Instituto Nacional para la Investigación en Agronomía (INRA, por sus siglas en francés), que quedaba cerca de mi casa. Ahí aislé cientos de semillas de jitomate para ayudar a su equipo: abrir, vaciar, lavar con buffer, secar, repeat! Hacíamos esto juntos en equipo, platicando de los retos de la agronomía y de la ciencia en general. Me fascinó el ambiente científico desde entonces, aunque no pude comer jitomates por unos meses después de esa experiencia.

¿Cuál consideras que ha sido tu mayor reto u obstáculo en tu carrera como investigadora?

Los obstáculos no son paredes insuperables, son retos esparcidos en el camino de la vida y que no podemos evitar, nos topamos con ellos, y nos fuerzan a buscar rutas alternativas para seguir avanzando. El estar viviendo desde hace 5 años en un país de adopción, sin hablar español, tener un hijo lejos de mi familia, llegar sin conocer a la comunidad ni tener un mentor científico aquí, han sido retos importantes.

Diferentes estudios muestran una participación minoritaria de mujeres en áreas STEM, ¿cuál es tu opinión al respecto?

Efectivamente, las cifras son claras y homogéneas a nivel mundial, aunque en algunos países incluido México la inequidad de género en áreas STEM es más marcada. Mi opinión es que para desencadenar innovación se necesita el aporte de humanos con ideas y experiencias diversas. En este sentido, la humanidad (la mitad son mujeres) está desaprovechando el aporte de las mujeres en la ciencia, y hay que encontrar soluciones para remediar ello.

¿Qué mensaje puedes ofrecer a las alumnas que desean hacer carrera en ciencias?

Ser científica es una labor demandante y difícil, pero también demasiado gratificante y con un enfoque humano. Cuando te decidas buscar tu propio camino, la responsabilidad de tu futuro es tuya. Investiga posibles mentoras, acércate a platicar, pide ayuda, busca oportunidades. Encontrarás obstáculos mayores que si fueras hombre, pero te necesitamos y te queremos con nosotras.

“Siempre me gustó mezclar cosas y crear pócimas

Viridiana Tejada Ortigoza es doctora en Biotecnología por el Tec de Monterrey. Sus líneas de investigación están enfocadas en el aprovechamiento de subproductos de la industria para su uso como ingredientes funcionales, el estudio del efecto de la fibra dietética en la microbiota humana y la impresión 3D de alimentos. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (Nivel 1). En el 2020 fue galardonada con el Premio L’Óreal para Mujeres en la Ciencia con el proyecto “Uso de la impresión 3D de alimentos para dietas personalizadas”.

Cuéntanos una anécdota sobre el primer momento o situación de tu vida que te aproximó a la ciencia o despertó tu curiosidad por la búsqueda del conocimiento.

Mi primer acercamiento fue por mis padres. Ambos estudiaban su maestría en ciencias en Veracruz, y al nacer yo, no tenían con quién dejarme. Como el almacén de reactivos tenía aire acondicionado, fue ahí donde pasé algún tiempo siendo una bebé. Supongo que los ácidos tuvieron algo que ver.

Alguna vez mis padres también me regalaron un microscopio pequeño. Fue de los mejores regalos porque me encantaba ver cosas a través de él, aunque no supiera mucho cómo usarlo. Siempre me gustó mezclar cosas, crear “pócimas”. Esta curiosidad solo siguió incrementando conforme crecí, hasta que pude definir conscientemente que era algo que me apasionaba, cuando ya no solo fue un juego.

¿Cuál consideras que ha sido tu mayor reto u obstáculo en tu carrera como investigadora?

Yo misma. A pesar de que existen muchos micro (y macro) machismos en nuestro país, jamás me vi limitada por ellos. Los vivo y estoy consciente de ellos, pero no representan una barrera. Yo misma he sido mi peor enemiga cuando se trata de vencer miedos. Afortunadamente, siempre he estado rodeada de mi familia, pareja, amigos y profesores que me han alentado a dar pasos decisivos. Muchos hombres incluso. Mi padre me alentó a estudiar lejos de casa, en Monterrey; no solo eso, peleó una beca para mí para poder estudiar en la universidad que yo quería: el Tec de Monterrey. Tuve profesores de física y álgebra en la preparatoria, gracias a los cuales descubrí que lo mío eran las ciencias. Mi estimada Dra. Rojas en la carrera fue clave para que yo siguiera este camino, además de mi mentor y padre científico, el Dr. Welti. Ambos fueron y son modelos a seguir. Mi esposo, el Dr. Cuan, fue el que me alentó a aplicar al Premio de L’Oréal en el 2020, con el cual fui galardonada. Todos los días se encarga de hacerme saber su apoyo incondicional. Así, mujeres y hombres me han inspirado y apoyado a dar ese paso que, por miedo, a veces no soy capaz de dar. A todos ellos, mi eterno agradecimiento.

Diferentes estudios muestran una participación minoritaria de mujeres en áreas STEM, ¿cuál es tu opinión al respecto?

Desde que me integré como profesora al campus Querétaro he sido más consciente de esto. He intentado aportar desde mi trinchera participando en distintos programas como Mujeres Líderes en STEAM de la US-Mexico Leaders, y me han otorgado una beca del British Council para participar en programas de mentoreo a mujeres, en donde estoy recibiendo capacitación. He sido mentora de Mujeres en Ingeniería y Ciencia (ahora Ingenia) del Tec de Monterrey para chicas de preparatoria. Soy además asesora del grupo estudiantil Women in Science and Engineering (WiSE) en mi campus. Y con todo esto he sido capaz de ser más consciente de la situación. La realidad es que aún se requiere más esfuerzo.

Considero que debemos comenzar a trabajar fuerte con niñas; el amor a STEM debemos mostrárselos desde antes. Normalmente las mentorías ocurren cuando ya están en prepa o más grandes. Creo que, si comenzamos desde antes, cuando son niñas, a enseñarles que no hay límites, que los juegos, colores, juguetes y profesiones no tienen género, entonces hay mayor oportunidad de que crezcan sin sesgos. Como la gran Julieta Fierro dice: Se tiene que enseñar bonito la ciencia.

¿Qué mensaje puedes ofrecer a las alumnas que desean hacer carrera en ciencias?

Hazlo. Hazlo sin miedo, dalo todo. Trabaja duro. El camino no es sencillo, pero es maravilloso. Nunca pierdas tus objetivos de vista, jamás olvides hacia dónde vas, pero tampoco olvides de dónde vienes. Abre las puertas a las siguientes y, en el camino, deja muchas huellas para que te sigan. Nunca te compares, todos los caminos son diferentes. Trascender solo depende de ti.

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