Las ciencias médicas y de la salud en la era de la posverdad

“The eyes are useless when the mind is blind”
HAVOK (Post-truth era)

Por Jorge Valdez García
Artículo de opinión

En las últimas dos décadas, con la aparición de la World Wide Web y millones de sitios web sobre cuestiones de salud, tenemos una explosión de información. Como resultado, los consumidores de información sanitaria se enfrentan al reto de distinguir entre hechos objetivos y opiniones. En esta atmósfera de sobrecarga de información (infodemia), los hechos objetivos son menos influyentes en la configuración de la opinión pública que las apelaciones a la emoción y las creencias personales. Por ejemplo, un relato personal de la batalla contra el cáncer usando terapias alternativas podría haber funcionado para un individuo, pero esta narrativa personal se utiliza para promover terapias no validadas de cuestionables resultados.

Posverdad es una palabra que está cada vez más presente en los medios de comunicación, particularmente los digitales. Este neologismo fue elegida palabra del año en 2016 por el diccionario de Oxford, y describe la distorsión deliberada de una realidad en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que el llamado a las emociones y creencias personales, buscando modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales, y logrando crear una mentira emotiva que deja fuera el análisis de los hechos objetivos que pasan así a desempeñar un papel totalmente secundario.

El ser humano moderno tiende a preferir “verdades” de rápida fabricación que nos mantengan en un relativo confort intelectual, en falsas seguridades. Las redes sociales, como lo expresa el filósofo coreano Byung-Chul Han, transformaron a la colectividad en una masa de individuos hiperconectados pero aislados, llena de ruido y confusión que impide el sosiego que requiere el alma para reflexionar y sentir.

¿Cuál es la importancia de la ciencia
en la era de la posverdad?

Los mexicanos confían más en la fe, en la magia y en la suerte que en la ciencia. La mitad de los ciudadanos aseveran que, debido a sus conocimientos, los investigadores son peligrosos, y afirman que el desarrollo científico genera una vida artificial y deshumanizada. Muchos creen en los poderes síquicos, y una inmensa mayoría considera que las limpias y prácticas médicas no validadas son opciones para aliviar de enfermedades que la ciencia no reconoce.

Los datos de la encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología en México 2011 (Enpecyt), elaborada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), asientan que 72.59 por ciento de las personas consultadas confía demasiado en la fe y muy poco en la ciencia.

La ciencia y su percepción pública también se ven comprometidas por el fraude científico y las revistas depredadoras, pero sobre todo por la erosión general del significado de la verdad en la llamada era posverdad. Estos acontecimientos tienen una influencia significativa en la medicina científica y su impacto en el discurso público. La ciencia falsa, y también la difusión acrítica de resultados comprometidos en las redes públicas y sociales, amenaza la medicina científica, pero sobre todo la salud de la población.

Circulación virulenta de fake news, desinformación y ataques de trolls dirigidos a socavar la autoridad científica representan un riesgo para la salud

A medida que las redes sociales se han convertido en la fuente preferida de información de segmentos cada vez más grandes de las sociedades modernas, la difusión de resultados científicos falsificados dentro de las comunidades es casi imparable. Con un número creciente de revistas depredadoras y casos repetitivos de ciencia falsa, aumenta el riesgo de publicación de resultados falsos. Debido a los mecanismos subyacentes de la era posverdad y las redes sociales, estos resultados falsos encuentran su camino al discurso público y continúan difundiéndose. En las ciencias médicas, la difusión de resultados falsificados amenaza directamente la salud y la vida de los pacientes.

En un estudio del 2018, publicado en la revista Health policy and technology, sobre la difusión de las noticias falsas médicas en las redes sociales, se encontró que las noticias de salud falsas, engañosas y malinterpretadas en las redes sociales son la amenaza potencial para la salud pública. Los principales vínculos relacionados con enfermedades comunes en el 40% de los casos contenían desinformación y se compartieron 451,272 veces en el período 2012-2017. El análisis de las redes sociales podría contribuir a la identificación y tomar medidas en las principales páginas web que contaminan la información médica.

La desinformación de la salud es un gran problema a últimas fechas. Ante la presión de legisladores, médicos y defensores de la salud, las plataformas de redes sociales realizaron cambios radicales en las políticas para prohibir o limitar la difusión de información de salud falsa que había quedado sin control durante más de una década.

En el mundo digital actual, es difícil funcionar de manera integral, dada nuestra creciente dependencia de Internet, que ha tocado todos los aspectos de nuestras vidas, incluida la atención sanitaria. Por lo tanto, existe una necesidad cada vez mayor de verificar y evaluar las fuentes de datos, en particular las noticias relacionadas con la salud y las enfermedades. Es imperativo que las comunidades en línea en las plataformas de redes sociales, como Facebook, YouTube y Twitter, sean conscientes de la autenticidad de los materiales publicados.

Cámaras de eco y filtros burbuja

En principio, las fake news no son más que desinformación vertida en redes sociales con la intención de causar incertidumbre, distorsionar la visión de la realidad y vender ideologías o productos. Lo nuevo está en el diseño de las plataformas a través de las cuales se difunden y que asegura su proliferación mediante algoritmos que producen efectos como cámaras de eco y filtros de burbujas. Su propagación masiva contribuye a confundir los límites entre lo real y lo virtual, entre la realidad y su interpretación, entre verdad y mentira.

Está surgiendo una retórica basada en estrategias escépticas y relativistas que juega con miedos y prejuicios propiciando una cultura donde la opinión pública está dominada por referentes sociales, los denominados influencers, que dependen de emocionales likes, dando pie a la manipulación social.

La ciencia medica enfrenta una crisis pública de confianza. ¿Cómo hacer frente a esta crisis desde la ciencia?

En la era posverdad, la publicación de resultados falsos en revistas depredadoras y por autores fraudulentos se vuelve aún más peligrosa para la salud y la vida de los pacientes, ya que su difusión a través de nuevas redes sociales es casi imparable y en la percepción pública la verdad está perdiendo su significado. La comunidad científica ha implementado contramedidas específicas para minimizar las posibilidades de que se publiquen resultados falsos. Sin embargo, es aún más importante que cada participante en el proceso científico asuma la responsabilidad de acuerdo con su papel. Una orientación hacia los valores que han constituido y formado la ciencia es útil para cumplir con esta responsabilidad.

El primer objetivo debe ser reconstruir una sólida reputación para las Ciencias Médicas. En segundo lugar, éstas deben ser una fuente visiblemente clara y reconocible de conocimiento confiable. Y en tercer lugar, los actores de la ciencia (médicos, profesionales de la salud, científicos e instituciones) deben involucrarse en la comunicación del conocimiento científico a la sociedad, asumiendo la responsabilidad y autoridad de ser expertos en un campo particular, adaptando su lenguaje para que pueda ser entendido por el público. Con este fin, debemos estar presentes donde están los debates y donde se informa a la gente; es decir, deberíamos difundir la Ciencia utilizando tecnologías modernas de la información (desde wikimedia hasta redes sociales). Las ciencias de la salud han sido un actor prominente de la era tecnológica, debemos seguir usándola para mejorar la condición de la humanidad.

El autor

Jorge Valdez García es decano de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud. Es líder del Grupo de Investigación (GIEE) Terapias Innovadoras en Oftalmología y Ciencias Visuales, de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, del Tecnológico de Monterrey. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores.