Oportunidades productivas en el sur de México

Por Fernando Gómez
Artículo de divulgación

¿Por qué los estados del sur de México son más pobres? ¿Por qué crecen a menor ritmo que las entidades del centro y norte del país? Y más importante aún, ¿cómo podemos transformar esta situación? A propósito de la implementación del modelo de Zonas Económicas Especiales (ZEE) en los estados del sur del país, a lo largo de dos artículos de investigación se analizó la evolución de las capacidades productivas de estas entidades durante 20 años y se estimó una medida de distancia, en término de capacidades, para identificar las industrias manufactureras más viables a desarrollar en cada una de ellas. Los resultados revelan las diferencias entre las capacidades que posee cada entidad, así como las oportunidades particulares que poseen para transformarlas, lo que pone de relieve la necesidad de diseñar políticas públicas adaptadas a cada región con el objetivo de potenciar la diversificación y sofisticación industrial a partir de la implementación del modelo.

Los países y las regiones del mundo no crecen haciendo más de lo mismo. Para generar crecimiento económico sostenido modifican lo que hacen, desarrollan nuevas ventajas comparativas, en otras palabras, cambian para lo que son buenos. Lo hacen porque adquieren nuevas capacidades productivas; adquieren conocimientos y tecnología que les permite hacer cosas más diversas y valiosas; es decir, elevan su complejidad.[1] Aunque este principio es claro en materia de desarrollo regional, las industrias en las que se especializan los países y regiones en vías de desarrollo generalmente no brindan buenas posibilidades para lograr una mayor diversificación y sofisticación productiva. Los empresarios y los trabajadores se enfrentan a un dilema del tipo del huevo y la gallina: ¿cómo desarrollo productos o servicios más sofisticados si no cuento con las capacidades necesarias en la región? y/o ¿para qué desarrollo más capacidades si en la región no existen las industrias que las ocupen?

Las regiones del mundo no crecen haciendo más de lo mismo. Para generar crecimiento económico sostenido modifican lo que hacen

El Espacio de Capacidades Productivas de México, desarrollado a partir de los datos de población ocupada por estado al nivel más desagregado de los Censos Económicos, nos permite visualizar la evolución del conocimiento productivo de los estados del sur del país. Utilizando teoría de redes, en el Cuadro 1 los nodos representan las actividades económicas que se desarrollan en el país en cada año. Por su parte, los enlaces que los unen representan la proximidad[2] existente entre dos actividades.

En el Espacio Nacional se resaltan con color las actividades manufactureras que se llevan a cabo en el país. El tamaño del nodo está en función de la complejidad de la actividad económica.[3] De forma consistente con los resultados de la metodología a nivel internacional, las actividades más complejas se aglomeran en el centro más interconectado del Espacio. En este cuadro se identifica la evolución de la especialización de los estados del sur del país donde se instalarán las ZEE; como punto de referencia se incluye el caso del estado de Nuevo León, el estado con mayor complejidad económica a nivel nacional en el periodo de estudio. Como se observa, de 1999 a 2014 las entidades del sur no solo están especializadas en pocas actividades (baja diversidad), sino que estas son poco complejas y se encuentran alejadas del centro del Espacio.

Para identificar el potencial de diversificación se estimó una medida que considera las capacidades que cada estado posee para cuantificar la distancia hacia nuevas actividades en las que aún no está especializado.[4] Los resultados dejan ver una clara relación inversa entre complejidad y distancia de capacidades. Los estados del sur, con menos capacidades productivas desarrolladas, se encuentran más distantes de las actividades de mayor complejidad, lo que significa que requerirán de un ‘mayor esfuerzo’ en cuanto al desarrollo de nuevas capacidades para poder desarrollar industrias más complejas. En el Cuadro 2 se grafican las actividades manufactureras con base en su complejidad y la distancia que posee cada estado para desarrollarla. Para efectos de referencia se incluye el estado de Nuevo León.

En general, los estados del sur se encuentran especializados en industrias de baja complejidad: alimentos, maderas, bebidas y textil

El Cuadro 3 presenta un resumen de los resultados por subsector manufacturero para cada estado.[5] La columna titulada “Especialización actual” se refiere a los subsectores en los que ya se encuentran especializados los estados. En general, los estados del sur se encuentran especializados en industrias de baja complejidad: alimentaria, de la madera, bebidas y textil. Por su parte, la columna titulada “Posibilidades de diversificación y sofisticación productiva” lista los tres subsectores menos “distantes” y que al mismo tiempo están por encima del promedio nacional de complejidad. Es decir, se identifican las industrias manufactureras más viables a desarrollar en cada estado dadas las capacidades existentes, pero que al mismo tiempo permitirían incrementar su complejidad económica mediante la acumulación de capacidades productivas más sofisticadas. En general, aunque las industrias del papel y del plástico son las industrias más viables a desarrollar en la mayoría de los casos, cada estado del sur de México posee oportunidades particulares.

Los resultados del análisis nos permiten dimensionar el gran reto de lograr la transformación estructural de las economías del sur del país. En materia de política industrial, los resultados dejan ver la necesidad de caracterizar correctamente las vocaciones productivas de cada estado, reconociendo sus diferencias, para seleccionar estratégicamente las industrias a desarrollar en el mediano y largo plazo. Esto es relevante porque apostarle a industrias ya existentes en las regiones no sumará más capacidades productivas y, por ende, no permitirá que estas economías incrementen su complejidad; por otro lado, impulsar industrias más complejas que no existen en estas regiones requerirá desarrollar las capacidades productivas relacionadas, así como políticas públicas efectivas en los tres órdenes de gobierno, que fortalezcan su competitividad y les brinden la capacidad de evolucionar a través del tiempo.

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[1] La complejidad económica se refiere al nivel de conocimiento y know how que posee una región. Esta medida se calcula a partir del número de actividades en las que tienen ventaja comparativa revelada (diversidad) y el número de regiones que están especializadas en ellas (ubicuidad).

[2] La proximidad es la probabilidad de que dos actividades puedan desarrollarse conjuntamente con ventaja comparativa revelada por un estado.

[3] La complejidad de las actividades está determinada por su ubicuidad y la diversidad de los estados que están especializados en ellas.

[4] Si una entidad está especializada en las actividades más próximas a la nueva actividad que desea desarrollar, la medida de distancia será pequeña y consecuentemente será más factible, en términos de capacidades, desarrollarla.

[5] Los resultados completos se publicarán en enero de 2019 en el artículo: “Complejidad económica de las Zonas Económicas Especiales en México: oportunidades de diversificación y sofisticación productiva”. ENSAYOS, Revista de Economía, 38 (1).

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Fernando Gómez Zaldívar es doctor en Política Pública por el Tecnológico de Monterrey. Actualmente es coordinador técnico dentro de la Iniciativa de Energía del Tecnológico de Monterrey e investigador en el Instituto para el Desarrollo Regional (IDR) de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública. fergo7@tec.mx

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